La enfermera Celeste solía sentirse tan incapaz de ayudar a los bebés con fisuras que nacían en su sala que los evitaba. Entonces ella tuvo un hijo con una hendidura.
Cuando Cristina supo que su hijo tendría fisura, buscó consuelo y apoyo, pero no encontró ninguno, ni siquiera de la comunidad local. Hasta que conoció al Dr. Dávalos. En los 10 años transcurridos desde entonces, han cambiado lo que significa tener una hendidura en Ecuador, juntos.